Me desperté esa mañana sintiéndome un poco más cansado de lo habitual, pero no le di importancia.
Todos tenemos días así. También sentía un dolor en las piernas, pero como había ido al gimnasio, se lo atribuí a eso. Seguí con mi día y subí a buscar algo. Cuando estaba subiendo las escaleras, me caí y rodé hasta abajo. Miré a mi alrededor buscando con qué había tropezado, no vi nada y me levanté sin problemas.
Una vez que me recuperé del susto inicial, subí las escaleras otra vez, conseguí lo que necesitaba, bajé y, cuando me di la vuelta para caminar, bajé un escalón y me volví a caer.
Por supuesto, Vic se alarmó y preguntó qué había pasado. "Sí, qué raro, ¿no?", le dije.
Las caídas empezaron a ser más frecuentes. Vic, cada vez más preocupado, empezó a sospechar y me dijo "Creo que algo no está bien", debido a mi historial médico.
Le respondí que pensaba que había dos posibilidades: un tumor en la columna vertebral que había alcanzado un punto crítico y estaba afectando mi capacidad de caminar; o bien el síndrome de Guillain-Barré, y le expliqué en qué consistía (el cuerpo se ataca a sí mismo).
Vic dijo que hagamos lo más lógico: Ir a la sala de emergencias. Lo cierto es que los hospitales públicos no tienen buena fama, y uno prefiere evitarlos.
Había un hospital privado cerca, y sugerí ir allí, solo porque no era público.
Creo que fue entonces cuando de verdad empecé a asustarme, porque caí en la cuenta de la gravedad del asunto y de algunas situaciones posibles si llegaba a tener el síndrome de Guillain-Barré.
Además, me percaté de que estaba lejos de casa. No sabía cómo funcionaba el sistema médico en México. Tampoco entendía los procesos.
A la mañana siguiente, que para ese momento fueron solo un par de horas después, fui a verlo y le pregunté qué estaba pasando. Me dijo que le iban a hacer unas pruebas, resonancias magnéticas y demás estudios. Creo que fue entonces que me dijo: "Voy a morir. Y no quiero morir en México. No quiero morir aquí".
En un punto, el médico... pidió que pagáramos por los servicios. Así que les di una tarjeta de crédito y tuve que firmar papeles, dar mi consentimiento. La verdad es que habría aceptado cualquier cosa en esas circunstancias.
Sabía que iban a pedir un seguro. Entonces llamé a GeoBlue para explicar la situación a grandes rasgos e informar que Brian estaba enfermo. A partir de ese momento, tomaron el control y se encargaron de todo. Dijeron: "No, no, no, nosostros nos encargamos de todo. Abriremos un caso. Gestionaremos una garantía de pago para dejar al médico conforme, y haremos todo lo que haya que hacer para traerlo de vuelta".
Todavía no puedo creer cómo hicieron para conseguir la garantía de pago tan rápido. Probablemente, tendríamos que haber hipotecado la casa o, quizás, hasta la habríamos perdido, de haber tenido que pagar todos los gastos. Porque era un monto significativo.
Una vez que abrieron el caso, y después de la primera comunicación con GeoBlue, me llamaban, me enviaban correos electrónicos y estaban en contacto en todo momento. Tenerlos allí, sabiendo que me apoyaban y respondían, que seguían el caso y se ocupaban de todo, fue una gran tranquilidad. Es más, ni me imagino cuántos asuntos más estarían resolviendo ellos sin siquiera yo saberlo, más allá de lo que hablábamos por correo electrónico y llamadas.
Recibí mensajes de GeoBlue en los que me comunicaban que lo iban a sacar del hospital y que lo iban a transportar.
Una enfermera me pasó una nota de Vic que decía: "Vendrá una ambulancia aérea a recogerte a tal hora".
... Sentí un enorme alivio. No puedo explicar el alivio que sentí al darme cuenta de que podían sacarme de allí, si se complicaba.
Y al volver a casa... Sé que esto va a sonar muy cliché, pero es verdad: Al volver a casa, me invadió un sentimiento de gratitud. Me conmovió. Revaloricé tener la capacidad de caminar y todo eso que damos por sentado.
Me hizo entender de verdad qué atraviesan las personas en estas situaciones, el miedo, el desconcierto, la sensación de pérdida de control, y cómo nosotros, como parte de GeoBlue, tenemos la posibilidad de alivianar esa carga y llevarles tranquilidad, aunque no seamos nosotros los que estamos allí brindando la atención práctica real que da el médico.
No hay palabras para describir el alivio que sentí cuando supe que GeoBlue estaba allí, moviendo los hilos para traerme de vuelta a casa.
Recurrir a GeoBlue fue algo natural porque siempre me sentí cómodo con ellos. Ya había usando el servicio antes e iba a continuar usándolo, en especial, viendo la forma en que nos trataron. Sin dudas, son mi compañía de seguros de viaje de cabecera porque realmente nos cuidaron, de verdad. Nos acompañaron... me acompañaron en cada paso del camino. Y como si eso no fuera suficiente, nos salvaron de la ruina. No estoy exagerando: de no haber sido por el seguro, estaríamos una pésima situación económica ahora. Estoy tan agradecido de que Brian se haya recuperado. Es un luchador y ya volvió a ser el de antes. O incluso mejor, diría yo.